Por esencia natural somos personas que vivimos la mayor parte de nuestro tiempos rodeados de círculos pequeños. En ellos nos expresamos y nos sentimos mejor. Por esta razón, este sistema abre la oportunidad de poder tejer un diálogo comunitario más fluido en torno a la Escritura. Igualmente, ellos habilitan el espacio para aprender a desarrollar ejercicios espirituales tales como: La oración, la meditación, la contemplación y el silencio. Y, por último, ellos sirven de puente, para alcanzar los objetivos de la ‘Misión de Dios,’ promueven el crecimiento espiritual, y abren el camino para estrechar las relaciones interpersonales.